jueves, 3 de noviembre de 2016

Si bien han habido avances significativos en la mejora de acceso de las niñas a la educación primaria en las últimas dos décadas (pasando del 55% en 2002 al 70% en 2012), aún hoy en día muchas niñas, especialmente aquellas que viven en zonas rurales o contextos vulnerables, siguen estando privadas de este derecho fundamental.


La educación de niñas y mujeres supone transformar sus vidas e impulsar el desarrollo de las sociedades en las que viven, permitiéndoles salir de la pobreza, reducir la mortalidad infantil y favorecer el crecimiento económico. En África Subsahariana invertir en educación de las niñas podría impulsar la producción agrícola de la zona en un 25%. La transformación de sus vidas supone una mejorara de su salud y de la de sus familias, de saber cuáles son sus derechos, de tener oportunidad de acceder a un empleo digno y bien remunerado, de tener derecho a decidir contraer matrimonio o, cómo y cuándo ser madres.



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